La Magia de un Retornado Debe Ser Especial - Capítulo 243 - Novela en Español

Capítulo 243 - Despedida (4)

Romantica se quedó quieta frente a Desir, su rostro se hundió en la concentración durante mucho tiempo. 

Finalmente, abrió la boca, agarrando sus temblorosas manos con fuerza. 

—...He sido convocada para ayudar al Reino de Prilecha. 

Uno de los Mundos de las Sombras que había aparecido en Prilecha era un Mundo de las Sombras de Clase 1. 

Un Mundo de las Sombras lo suficientemente fuerte como para tragarse un reino entero. 

De hecho, el último Mundo de las Sombras de Clase 1 hizo exactamente eso. Se tragó al reino conocido como el más fuerte de esa época.

No importaba lo avanzada que fuera la tecnología de un país hoy en día, este Mundo de las Sombras tenía una dificultad que exigía un cuidado especial. 

—Sí. He oído las noticias. 

Aunque el ejército de Avalon ya había sido movilizado, Prilecha aún sufría de insuficiente fuerza militar. No tenían más remedio que llamar a todos los que pudieran. Después de todo, Prilecha era todavía un país pequeño, y el poder del que podían disponer era limitado. 

—Realmente, no sé por qué tantos incidentes parecen ocurrir en nuestro país. Una vez más, está en peligro de ser borrado del mapa. 

Romantica suspiró. 

—…Hace que la gente se sienta realmente fatigada. Me gustaría emigrar si pudiera. 

—¿Te vas a ir a Prilecha? 

Mientras Romantica hacía muecas de enfado y se quejaba inflando los cachetes, obviamente intentando aligerar el ambiente, Desir lanzó una bola recta. 

Romantica se dio la vuelta para mirar a Desir a los ojos. 

—Ya sabías lo que iba a hacer. 

—Tu cara lo delata todo. 

—¿Cómo es que puedes leerme siempre con tanta facilidad? Me veo igual que normalmente. 

—Estás preocupada. Me doy cuenta porque tienes el hábito de morderte los labios cada vez que estás preocupado por algo. 

Desir realmente sabía mucho más sobre ella que ella misma. Era un hábito que ni siquiera ella había reconocido. 

—Adjest y Pram se quedarán, ¿no? 

—Tal vez se queden. Son de aquí después de todo. 

—Realmente los envidio. Me gustaría poder quedarme también... ¿Cuándo nos volveremos a ver si me voy ahora? 

Romantica dejó de hablar y miró a Desir. 

El silencio que guardaban parecía durar para siempre. 

Sus labios estaban agrietados. 

No podía encontrar las palabras para decir más nada. 

—Entiendo, Romantica. Te preocupas por tu ciudad natal. 

Desir habló, pensando que simplemente estaba perdida en las palabras y ahogándose en su propio dolor. 

La aturdida Romántica se quedó quieta como una estatua por otro momento, antes de asentir con la cabeza y recuperar cierta semblanza de racionalidad. 

—Bueno, eso es obvio. Es donde está el negocio de mi familia. ¿No debería protegerlo si quiero heredarlo? 

Romantica sonrió melancólicamente. Se dio cuenta de que Desir simplemente respetaba lo que él asumía que le era muy preciado a ella. 

Después de todo, era ella quien tenía que tomar la decisión. 

Sin embargo, había una sensación que exprimía a todos los demás pensamientos y brotaba en su mente. 

Romantica se rio en un intento de ocultarlo. 

Para los espectadores, las cosas parecían normales. Se reían y parloteaban. 

Para Romantica, esto era cualquier cosa menos normal. 

—Espero que las cosas funcionen bien. Por favor, regresa a salvo. 

—Gracias, Desir. 

Este fue el momento lógico de la conversación en el que se separaron. 

Cuando miró por la ventana, Romantica vio al sol comenzar su trayectoria a través del cielo. Había llegado a su punto máximo y ahora solo quedaba la inevitable noche. 

Era el mediodía. 

Romantica saltó y abrazó a Desir en un fuerte abrazo de oso. 

—¿Romantica? 

Desir pareció avergonzado, pero pronto sonrió ligeramente. 

Como siempre, él era alguien en quien se podía confiar. La piedra fundamental de la Party Starling. 

Le acarició el cabello, logrando finalmente calmar a su asustada compañera de party. 

Romantica le permitió acariciar su cabello. Ahora no importaba si el peinado por el que tanto se esforzó en mantener se arruinaba. 

—Solo porque te estás yendo, no dejes de entrenar. 

—No seas tan tonto, Desir. 

Había estropeado el momento. 

Romantica retrocedió en un suspiro. 

—Volveré más fuerte que nunca. 

—Te prometí que siempre estaría ahí para apoyarte.

«Aunque ahora no me veas como una mujer, espero que algún día me recuerdes con cariño». 

* * * * * 

Poco después de que Romantica se marchara, Desir contactó con la Guardia Lateral. 

[—Es una información muy útil, Sir Desir.] 

Estas fueron las primeras palabras que Alfred pronunció después de escuchar a Desir. Era el líder de la Guardia Lateral, el grupo formado para apoyar a la Guardia Real, y una importante figura cercana al Emperador. 

A través de Alfred, Desir le comunicó al Emperador que el estallido de los Mundos de las Sombras estaba relacionado con Skull Mask y que creía que lo mejor sería resolver esa situación. 

—Esta es la mayor amenaza para el Imperio. Deberíamos centrarnos en encontrar información más detallada, profundizando en nuestro conocimiento de la torre. Será mejor que preparemos las medidas pertinentes. 

Desir continuó. 

—También necesitamos averiguar sobre la formación y la fuerza de las tropas de Divide. Podríamos incluso terminar en una guerra total con ellos. Especialmente, quiero que averigües lo que puedas sobre el actual líder de los Janissaries. 

[—Transmitiré la opinión del Sir Desir. Por cierto, ¿podría esperar un momento?] 

Alfred detuvo a Desir antes de que tuviera la oportunidad de cortar la comunicación. 

[—Desir Arman. Siento decir esto ahora, pero tengo órdenes del Emperador.] 

—¿Qué es? 

[—...Tengo algunas cosas que decirle antes de eso. La Familia Imperial ha peticionado por uno de los miembros de la Party Starling. Si es necesario, se dará soporte ilimitado al resto de los miembros de la party que quedan, incluyendo a los que se han ido.] 

Esto era inusual. La gran compensación significaba que la petición también sería difícil. 

—...Tengo mucho trabajo que hacer. Espero que la petición no tome mucho tiempo. 

[—Bueno, no... tardará mucho.] 

Desir daba golpecitos a su escritorio con nerviosismo. 

… 

[—Sir Desir, un miembro de su party, Adjest Kingscrown, es en realidad la legítima heredera de la Casa Rogfelas.] 

Desir ya lo sabía. Lo había oído de boca de la propia Adjest, por lo que sabía que esto era un hecho. 

[—Y cuando se tomó la decisión de cerrar temporalmente la Academia Hebrion, la Clase Alfa a que la Princesa debía asistir fue en efecto, cancelada.] 

—… 

[—Quiero decir, de nuevo, la Familia Imperial compensará la pérdida de la fuerza humana, y ella volverá a donde pertenece. Así que por favor no se ofenda...] 

—¿Cuál es el punto de hacer esto? 

Alfred suspiró antes de abrir la boca de nuevo. 

[—La princesa será convocada al Palacio. Sin embargo, el Emperador ha resuelto que, si ella tiene algún apego persistente a la Party Starling, esto solo serviría como una distracción. Sir Desir, ¿la convencerá directamente de que regrese al Palacio para que no se lamente más por la party?] 

* * * * * 

* * * * * 

El carruaje, sin detenerse, se agolpaba a lo largo de los desiguales adoquines de la calle. 

No era difícil adivinar el destino. 

En las puertas y el techo del carruaje había una imagen de un león dorado que simbolizaba a la Familia Imperial. 

A través de las cortinas entreabiertas, ella podía ver al Palacio Imperial acercándose gradualmente. 

El hecho de que sucediera así era algo que ella había previsto desde el principio. 

En cuanto a la razón, sin embargo, Adjest no tenía ni idea de cómo había sucedido. 

¿Fue porque reveló su identidad a Desir? ¿Tal vez fue porque su padre pensó que la situación se había vuelto demasiado peligrosa? Después de todo, estos Mundos de las Sombras fueron inesperados. 

Adjest contemplaba el techo con la mirada perdida. 

De cualquier manera, el final al que se iba a enfrentar era simple. 

La partida. 

Era una palabra muy poco familiar. Adjest no quería experimentar tal cosa. 

Así que, cuando llegó a la Academia Hebrion, terminando en la Clase Alfa para los nobles, ella no abrió su corazón a nadie. 

Estaba rodeada de gente, pero completamente sola. 

Había vivido una vida sin color, completamente dedicada a ser fuerte. Pensaba que una vida así sería lo mejor para ella. 

Sin embargo, Desir fue un punto de inflexión para ella. 

Muchas cosas cambiaron justo después de conocerlo. 

«¿Muchas cosas?». 

No, no muchas, fue todo. 

Incluso Swan fue capaz de darse cuenta de lo mucho que había cambiado. 

Adjest bajó su mirada. 

Desir estaba mirando por la ventana con la mano en el mentón. 

La desolada apariencia de la capital, sin nadie presente en lo que solían ser calles bulliciosas, pasaba incesantemente por sus ojos vidriosos. 

Coincidentemente, fue Desir quien la acompañó hasta el Palacio. 

Fue la decisión de su padre. 

Cruel pero razonable. 

Tal vez su padre quería que ella expresara su intención de dejar la party en la audiencia que tendría Desir. Él podría querer verla romper adecuadamente toda conexión con su vida académica. 

«¿Cuándo fue la última vez que hablé con Desir? Parece que fue hace años, pero ha pasado menos de un día». 

Una visita al hospital para ver a Swan fue el principio del fin. 

Adjest fue puesta en evidencia. 

Nunca tuvo la intención de inventar una historia. Esto era algo que quería que Desir supiera. 

Desde que Adjest le informó que era una princesa, no habían vuelto a hablar. 

Su relación ahora era incómoda. No podían encontrar una sola cosa de la que hablar. 

Ella podía entender eso. 

El título de Princesa no era de ninguna manera algo ligero. 

Sabiendo esto, ella intencionadamente no dijo nada al respecto. 

—Desir. 

La primera en pronunciar palabra fue Adjest. 

Se había pasado todo el viaje en carruaje reuniendo coraje para ello. 

Desir, que había estado mirando hacia fuera todo el tiempo, giró la cabeza y miró fijamente a Adjest. 

Sus ojos se encontraron por primera vez. 

Pero eso fue todo. 

Él simplemente la miró. 

El extraño silencio hizo que Adjest sintiera un hormigueo en su corazón. 

—... ¿Estás enfadado? —Adjest abrió la boca con dificultad. 

Desir no respondió. 

¿No lo entendía? El fin de la Clase Alfa significaba que ella ya no era una estudiante, sino una sucesora, heredera del trono del Imperio Hebrion. 

No era algo que ella pudiera abandonar por el bien de despejar los Mundos de las Sombras. 

Esta era la última vez que se sentarían juntos como líder y miembro de la party. 

Aunque ella podía reunirse con Desir, un miembro de la Guardia Real, cuando quisiera, cuando ese momento llegara, no sería como Adjest Kingscrown, sino como Adjest Zedgar F. Rogfelas. 

«...No quiero esto». 

Ella no quería que las cosas sucedieran de esta manera. 

Ella no quería volver al pasado desolador donde no tenía lazos y nunca había conocido a Desir. No podía imaginar pasar así el resto de sus días hasta el final. 

—Por favor, di algo... 

—No hay ninguna razón en particular para que me enfade con usted, Princesa Real. 

Princesa Real. 

Tan pronto como lo escuchó, Adjest sintió que de repente algo que la había mantenido cuerda durante tanto tiempo se rompió. 

Sintió que su corazón le dolió. 

—Desir… 

No debería terminar así. Era una relación que no podía terminar así. 

—Su Majestad ha tomado una gran decisión. Es simplemente un sabio movimiento para asegurar que la sucesora ya no esté en peligro.

En el techo del carruaje.

[—Hay magia de vigilancia de audio en este carruaje.] 

El maná azul pareció reunirse y formar letras, desapareciendo pronto sin dejar rastro. 

Desir asintió con la cabeza afirmando que solo Adjest pudo sentirlo.

Por un momento, el sentimiento de tristeza se había disipado ligeramente. Su mente se aclaró. 

Su tono ligeramente desigual, respondió. 

—¿Crees que...? 

Intentó imitar el método que Desir había usado. 

Intentó reunir y concentrar su maná, calculando cómo moverlo para formar las palabras que tan desesperadamente deseaba compartir. 

No era fácil, pero su voluntad de hablar era mucho más fuerte. 

[—¿Por qué?] 

Apenas después de formarse, sus letras se desmoronaron. 

Rápidamente, el maná azul convergió en letras una vez más. 

[—Me han ordenado que me asegure de que no tengas ningún apego persistente a la Party Starling. Quieren saber si esta petición va bien.] 

La predicción de Adjest fue correcta. Pero eso no era lo que importaba. 

[—Desir, nunca quise engañarte. Yo solo...] 

—Bueno, de todas maneras, se acabó. 

Desir habló, pero sus palabras eran falsas. 

Las letras aparecieron nuevamente en el techo. 

[—Lo sé.] 

—Lo único que importa es el hecho de que usted es una princesa, la heredera al trono. 

Desir continuó vendiendo mentiras mientras las letras de sus verdaderos pensamientos seguían apareciendo en el techo. 

[—No importa que seas una Princesa. Tú eres simplemente tú. Rogfelas o no, siempre has sido Adjest. Eso no cambia. Esa es la conclusión a la que he llegado.] 

[—¿Por qué? ¿Cómo?] 

Por el contrario, ahora se ha convertido en una situación en la que Adjest no podía evitar interrogarlo. 

[—Porque yo soy como tú.] 

Sus ojos se cruzaron. 

[—Creo que todos tienen algo que quieren ocultar. Yo mismo tengo algo que debo ocultarlo de ti también. No lo he revelado todavía, pero compartiste tu secreto. Confías en mí, así que yo también confío en ti.] 

Este sería el secreto de la verdadera identidad de Desir. 

Desir nunca había compartido una sola pisca de su pasado con ella, ni con nadie más. 

[—Pero... no mostraste ninguna reacción.] 

[—No me importaba.] 

Esto no era solo una excusa. 

[—Siempre he sido así. Te reconocí como una colega, como una poderosa camarada, y me enfoqué completamente en nuestro futuro.] 

Él siempre estaba pensando en el futuro. 

Como un carruaje que avanza, mirando únicamente a su destino. 

Sin descanso, sin final. 

Moviéndose con un propósito singular. 

«Probablemente tiene algo que ver con su pasado». 

Adjest solo podía hacer una suposición tan vaga. 

[—Yo más bien te respeto.] 

«Él no se sentía mal». 

No fue fácil sacar a relucir un secreto que había estado oculto durante tanto tiempo. Tenía miedo de que la verdad cambiara la relación entre ellos. 

Esto era lo que Adjest más temía. 

«Fui una tonta». 

No había manera de que Desir actuara así. 

Ella se sintió feliz. 

Sus ojos temblaron y se pusieron rojos. 

[—Cuando nos encontremos de nuevo te contaré mi historia, Adjest] 

Los años que ella estuvo con él pasaron ante sus ojos. El maná se concentró en el techo varias veces más, dispersándose y reformándose. 

El carruaje se detuvo. 

Antes de que se diera cuenta, habían llegado al Palacio. 

—… … 

El maná llovía dentro del carruaje como la nieve. 

Adjest se llevó la mano al cabello. 

El hielo afilado que se formó cortó un mechón de su cabello platinado. 

[—Volveré como Adjest Kingscrown] 

Como prueba de su declaración, Adjest se lo entregó a Desir. 

FIN DEL TOMO 6

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