La Magia de un Retornado Debe Ser Especial - Capítulo 290 - Novela en Español

Capítulo 290 - Rapsodia (5)

El plan de la Iglesia de Artemisa había sido un éxito. 

Usando a los cautivos como carnada, lograron incitar al ejército imperial a abrir su fortaleza. 

Además, habían dejado de usar su magia de 7º Círculo, probablemente por miedo a acabar con sus camaradas. 

Habían renunciado a la ventaja de su defensa y depusieron sus armas, todo para salvar algunas miles de vidas. 

—Ha llegado el momento. 

Todos los Paladines se apresuraron a avanzar, su líder dio la señal que habían esperado por mucho tiempo. 

A pesar de sus pesadas armaduras de plata, marchaban tan rápido como una infantería ligera, su velocidad habitual reforzada por sus varios poderes sobrenaturales. 

—¡Asegúrense de vengar su dolor! 

La líder de los inquisidores, Rhea, comandaba a los Paladines Sagrados. 

Poco después, el ejército imperial fue atacado por poderes sobrenaturales. Extrañas luces destellaban en el cielo, parpadeando de un lado a otro, antes de estrellarse contra la fortaleza de Dresde y desmantelar gran parte de su magia defensiva. 

En respuesta, los magos del Imperio contraatacaron rápidamente. 

[Blizzard Storm] 

[Lightning Spree] 

*Bam* 

*Baaaam* 

El aire se congeló y los rayos rugieron antes de explotar en destellos de luz que iluminaron el campo de batalla. 

Magia interminable y poderes sobrenaturales asolaron los alrededores, lo suficiente como para que la oscuridad de la noche se iluminara como el día. 

No fue una exageración decir que el resultado de un ataque de fuego durante una guerra típicamente determinaría el vencedor. Por lo tanto, el Imperio Hebrion siempre había dedicado una gran parte de sus esfuerzos a la formación de magos. 

Sus aberrantes esfuerzos valieron la pena cada vez que Hebrion fue a la guerra. 

Sin embargo, en esta lucha habían perdido la iniciativa. 

—¿Es... imposible doblegarlos? 

—Si continuamos vertiendo todo nuestro esfuerzo, eventualmente... 

Si los magos imperiales quisieran devolver el fuego sin dañar a los cautivos, tendrían que abstenerse de usar hechizos de alto círculo. Por lo tanto, habían optado por asumir una gran desventaja. Estar en un círculo más alto no tenía sentido si no podían hacer hechizos acordes con su habilidad. 

Consecuentemente, la Mirada del Padre pudo restaurarse y permaneció ilesa durante el resto del intercambio. 

Una cosa sería que el Imperio estuviera luchando solo por la ofensiva. 

Los poderes sobrenaturales estaban golpeando la fortaleza de Dresde con su naturaleza excéntrica y su sorprendente poder. 

No era fácil defenderse o atacar sin entender la capacidad fundamental de su enemigo. Además, la guerra había estallado sin previo aviso, por lo que también les faltaba preparación. 

[Himno de Gavilelle] 

*Bam* 

Cuando la magia defensiva que rodeaba la fortaleza se resquebrajó y cayó parcialmente, tres magos se tambalearon y murieron en el acto. Aunque solo un área había caído, esto fue una clara advertencia de que la defensa del Imperio estaba a punto de colapsar. 

Las cosas no eran menos frustrantes cuando se trataba de rescatar a los cautivos. 

Habían sido liberados de las garras de la Iglesia de Artemisa, sin embargo, fue un absoluto pandemonio. 

Muchos fueron pisoteados bajo los pies de la desesperada horda de hombres, caballos y heridos. Sus gritos y gemidos se mezclaban en una cacofonía nefasta. 

—¡Tenemos hombres heridos! Por favor, muévanse un poco más despacio... 

—¡Aléjense! ¡No se interpongan en mi camino! 

—¡No puedo avanzar así...! 

—¡Esto es solo una muerte inútil! No hay manera de que podamos salir con vida. 

Todos los cautivos estaban seguros de que la muerte les esperaba, y cuando lo pensabas, era obvio. 

Los paladines de la Iglesia de Artemisa que los perseguían marchaban terriblemente rápido, y no tenían forma de sobrevivir a las secuelas de ningún ataque. Todo lo que podían hacer era enfrentar una lucha desesperada en un intento de vivir un poco más. 

*Swoooosh* 

Un chillido penetrante pasó por las orejas de los cautivos, la fuente estaba en algún lugar detrás de ellos. 

Poco después, varios rayos de luz aparecieron simultáneamente sobre ellos, destrozando la atmósfera. 

Cuando los indefensos prisioneros de Hebrion notaron el ataque, todos dejaron de moverse. No tenía sentido tratar de esquivar o resistir el ataque; ser tocado por esos rayos no era diferente de una sentencia de muerte. 

—Atacar a prisioneros de guerra desarmados... ¿Este es el credo de la Iglesia de Artemisa? 

Fue la voz de un joven airoso. 

Sus ojos, sellados por el miedo, se abrieron gradualmente ante su presencia. Su cabello rubio era su gracia salvadora, un nuevo sol para borrar los rayos de la muerte del enemigo. 

—En serio, esto es cómicamente malvado. 

No había un solo ciudadano en el Imperio que no reconociera su voz. De hecho, sería difícil encontrar a alguien en el continente que no supiera su nombre: Raphael Cheringer. 

Todo lo que se necesitaba era el corte ascendente de su espada. 

* Vendaval * 

Con una enorme ráfaga de viento y una luz cegadora, los rayos de luz se desgarraron y desaparecieron en el cielo. 

Las personas que fueron testigos de la abrumadora gloria de prestigio frente a ellos no pudieron cerrar la boca ni apartar la mirada. 

Rafael sonrió dulcemente, mirándolos. 

—No se preocupen por esos tipos, y manténganse avanzando. Ahora están a salvo, lo prometo. 

*Estampida* 

Miraron inexpresivamente a su héroe, tan atrapados en el momento que no se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo a su alrededor. 

Varios miles de caballeros aparecieron y comenzaron a rodearlos, pero no para reprimirlos. Los trajes de armadura color carbón, blasonados con un león dorado, estaban allí para protegerlos de las fuerzas externas. 

Era la Guardia Lateral, un grupo de poderosos soldados formados para asistir a la Guardia Real en lo que fuera necesario. 

Cuando los caballeros más fuertes del Imperio entraron en las formaciones para proteger a los cautivos, los gritos se desvanecieron y el orden se restauró en pocos momentos. La anterior escena de agonía y terror desapareció como si se tratase de un sueño. 

Aunque no podían huir inmediatamente del campo de batalla, su esperanza de supervivencia había florecido. 

Raphael dejó escapar una sonrisa, mirándolos. 

—Bueno, el asunto apremiante ha sido resuelto por ahora. 

—... Definitivamente eres perfecto para el papel. 

Raphael se encogió de hombros como si estuviera fácilmente de acuerdo con el cumplido que le dio Jean Euremrin. 

—No cualquiera puede ser la cabeza visible de la Guardia Real. 

—Te has vuelto descarado desde la última vez que te vi. 

—¿Descarado? ¿Yo? ¡Nunca! Bueno, ¿qué hacemos ahora? 

Jean miró fijamente el frente de batalla. 

La fuerza militar de la Iglesia de Artemisa ocupaba densamente toda la amplia llanura. 

La fortaleza de Hebrion estaba bajo el bombardeo incesante del enemigo. 

Solamente en términos de número, la Iglesia tenía la ventaja. 

—¿Vamos a retirarnos mientras protegemos a los cautivos? 

—No podemos hacerlo. 

—Me imaginé que lo dirías. 

Raphael se rio y apuntó su espada hacia adelante. 

Entró en acción primero. El Aura comenzó a envolver su cuerpo y su espada, formando gradualmente una rueda a su alrededor. 

De una a dos. De dos a tres. 

Cuantas más ruedas había, más intensamente brillaba el Aura mientras se convocaban fuertes ráfagas de viento. Una vez que hubo cinco ruedas en total, Rafael blandió su espada, el artefacto Gram de Clase S, hacia la avalancha de ataques que se avecinaba. 

Las ruedas, que previamente habían estado girando alrededor de la espada, fueron impulsadas hacia adelante con un estruendoso sonido como si hubieran estallado bajo una presión extrema. 

*Baaaaaam* 

Un destello de luz llenó el cielo con una explosión que resonó poco después. El otrora ruidoso campo de batalla quedó en un silencio atronador. 

Un solo ataque del Gran Maestro de la Espada había logrado neutralizar la fuerza combinada de incontables habilidades paladinas. 

En sus entrañas, los soldados de la Iglesia de Artemisa sabían que no podrían avanzar a menos que se encargaran de Raphael Cheringer, y por lo tanto comenzaron a atacar. 

Ahora fue el turno de Jean para lucirse. 

Con la mirada fija en la línea del frente que se aproximaba, sacó el gigantesco sable sujeto a su espalda. 

Mientras los paladines sentían que la determinación de Jean aumentaba, ellos a su vez empezaron a acumular sus Auras. La combinación de colores y remolinos parecía una fortaleza impenetrable, capaz de bloquear cualquier ataque enemigo, o incluso capaz de ser utilizada como arma. 

Incluso frente a un oponente tan poderoso, Jean esperaba tranquilamente en su lugar, dejando que la gigantesca fortaleza se le acercara. Una vez que entraron en su campo de ataque... 

*Swish* 

Un fuerte viento barrió las llanuras. 

*Retuuuumbe* 

Con el sonido de los rayos, un río de sangre se arrastró detrás de la hoja de la espada. 

Las armas, la sangre y los trozos de carne que quedaban de los paladines se esparcieron por la hierba alta. 

Fue difícil de creer que esto ocurriera de un solo golpe. 

Pero Jean no había terminado de blandir su espada. 

*Slashhh* 

La espada se blandía continuamente, cortando todo fluidamente. El suelo se desgarró en pocos momentos debido a la increíble velocidad de sus golpes, su espada parecía moverse en todas las direcciones sin impedimentos. 

Este nivel de habilidad con la espada parecía imposible, algo que un humano sería incapaz de alcanzar. 

Era su habilidad como espadachín, la Espada de la Guardia Real. 

Era la persona perfecta para que le dieran ese título dentro del Imperio. 

*BAAAAAAAAM* 

Solo dos personas hicieron sus movimientos, pero el campo de batalla cambió drásticamente. 

El ataque de Jean Euremrin y la defensa de Raphael se armonizaron y formaron un cuadrado completo. Los bombardeos de Artemisa fueron simplemente neutralizados y los paladines invasores fueron interceptados por su invencible habilidad con la espada. 

Siendo realistas, era imposible que tan solo dos personas se enfrentaran a todas las fuerzas de la Iglesia de Artemisa. 

—Fiuuuuf... 

Raphael dejó escapar un suspiro. 

Hubo solo unas pocas veces en su vida en las que se vio obligado a consumir tanta Aura en tan poco tiempo. Aun así, no se detuvo. Sabía que detenerse, aunque sea por un momento, pondría en peligro las miles de vidas detrás de él. 

Una vez que el curso de la batalla cambió debido al duro trabajo de Jean y Raphael, el líder de los Paladines tomó una decisión. 

—¡Al centro! 

Hasta el momento en que se dio esa orden, las tropas de Artemisa se extendían por toda la llanura, haciendo lo posible por dominar completamente el flanco este de Dresde. Poco después, ambos flancos militares comenzaron a converger hacia el centro, centrando todos sus ataques en los dos miembros de la Guardia Real. 

Los piqueros tomaron las líneas del frente, optando por llevarse la peor parte del daño para proteger a los paladines que estaban estratégicamente posicionados a intervalos regulares. 

Cada vez que Jean Euremrin resultaba herido, el número de bajas que sufrían las tropas disminuía. Su poder seguía siendo poderoso, pero con menos gente siendo aplastada, los paladines sobrevivientes que se acercaban a Dresde aumentaron significativamente. 

—Su oficial al mando es realmente talentoso. 

Rafael tuvo que dar un pequeño reconocimiento a su comandante. Su habilidad para leer la situación y dar la mejor respuesta posible fue realmente excelente. 

—Entonces, ¿nos vamos a retirar ahora mismo? 

—No lo creo. 

Raphael sonrió ligeramente a la pregunta de Jean. 

—Ellos no cruzarán por aquí.