Sunday, April 19, 2020

La Magia de un Retornado Debe Ser Especial - Capítulo 14 - Novela en Español




Capítulo 14 - Pequeño Pajarito (3)


"... Es un poco estrecho", murmuró Desir.

Pasando las puertas de hierro, el pasillo era extremadamente estrecho.

Donde estaban parados, apenas había suficiente espacio para que una persona pudiera pasar.

Más exactamente, la habitación en sí era espaciosa, pero tenían poco espacio disponible para ellos. Los estantes de exhibición alrededor de la habitación estaban bloqueados por un mallado de alambre.

"No se puede evitar, es por motivos de seguridad", dijo Desir.

Más allá de la malla de alambre de púas, había una vitrina de madera frente a un comerciante escrupuloso, que se presentó como Ujukun.

Sus ojos eran muy finos y delgados, y acentuados por unas pocas hebras de cabello canoso.

Las arrugas cubrían su rostro con gafas, dándole la apariencia de un anciano.

Las manos del comerciante descansaban sobre el mostrador, y sus dedos golpeaban en anticipación a sus nuevos clientes.

"A juzgar por la entrada, parece bastante preocupado por la seguridad", comentó Desir.

"Nunca se es demasiado cuidadoso", respondió Ujukun.

"Obviamente, muchos ladrones suelen pasar". Ujukun se levantó las gafas y dejó de dar golpecitos en el mostrador.

Un silencio llenó el aire cuando Ujukun evaluó al joven que estaba sentado frente a él.

"Él va a ser difícil", pensó el comerciante.

Sus ojos se dirigieron perezosamente hacia el otro chico y rápidamente reconoció la cara.

"¿No estabas aquí hace unos dos días? ¿Tienes algo más para venderme?".

"Al contrario, está aquí para ver lo que ha vendido", explicó Desir.

La expresión del comerciante se volvió amarga, antes que Desir añadiera:

"Por supuesto, esto no es por un reembolso. Lo volveremos a comprar".

Con esas palabras, el rostro de Ujukun se iluminó de nuevo y estaba listo para los negocios.

"Si ese es el caso, deberías habérmelo dicho antes".

Entró en el almacén detrás de él. Se sintió como una eternidad hasta que el mercader regresó con la espada.

La pintura de plata en la espada se desprendió, revelando años de óxido debajo.

Ujukun colocó la espada en el mostrador.

"Es una espada inútil muy oxidada", explicó Ujukun.

"¿El precio es de 90 piezas de bronce?", preguntó Desir.

“Si fuese una espada, estarías en lo correcto. Sin embargo, esta no es una espada; para un estoque, es un poco grande y ligera”, dijo Ujukun con una sonrisa encantada en su rostro.

En este momento, Desir recordó algo: el regalo que Romantica recibió de Doneta apareció en su mente.

"...Kemubin?", supuso Desir.

Ujukin explicó con calma:

"Así es. No una espada, sino una especie de Kemubin. En el espacio vacío dentro de esta espada, un espadachín del linaje de un guerrero colocaría algo dentro como un regalo para su amante".

Cuando Ujukun confirmó las suposiciones de Desir, Pram comenzó a temblar.

No se había dado cuenta de esto cuando vendió la espada. Estalló en un sudor frío mientras Ujukun continuaba.

"El precio será de 40 piezas de plata", dijo el comerciante con confianza.

Esto era el costo de vida de un mes para un estudiante de la Academia Hebrion.

Pram no pudo permanecer en silencio por más tiempo.

"¡Nunca me dijiste nada de esto cuando te lo vendí!", gritó.

Ujukun sonrió al joven bullicioso, antes de responder.

"Nunca te he mentido. Viniste a venderme una espada, así que coticé tu venta como una espada. Por supuesto, cuando miras esta chatarra de hierro oxidado, no tiene ningún valor como una espada".

Pram apretó los puños y crujió los dientes. Estaba furioso y comenzó a escupir insultos al anciano.

"Suficiente", dijo Desir mientras agarraba a Pram por el hombro y le cortaba el paso.

"El precio ha subido mucho desde que se vendió", dijo Desir.

Ujukun frunció el ceño y respondió con su propia justificación.

"40 monedas de plata es barato. Si supiera cómo abrir este Kemubin, te habría cobrado 80 monedas de plata".

Incluso un Kemubin de alto grado raramente costaría más de 10 monedas de plata, a menos que estuvieran específicamente cubiertas en oro puro.

No importaba cómo lo miraran, no había forma de que este artículo valga 40 monedas de plata.

"Esta espada es definitivamente la razón por la que Pram maneja un estoque".

Desir lo pensó mucho pero rápidamente tomó una decisión. Si Pram volvía a usar el estoque, 40 monedas de plata era un precio que valía la pena pagar.

"Lo compraré".

"¡Señor Desir!".

Pram se mostró reacio a que Desir pague el costo de su error.

Desir ignoró el grito de Pram y sacó su billetera. Contó las piezas de plata y las arrimó hacia Ujukun.

El mercader miró con avidez las monedas que tenía delante.

"…38, 39, 40. Está completo. Tómalo".

Simultáneamente, la puerta de acero se abrió y el Kemubin se colocó frente a los ojos de Desir.

Levantó el Kemubin y lo giró ligeramente. Como era de esperar, esto era mucho más ligero de lo que se pensaba.

Desir hizo una pausa y lo pensó de nuevo.

“¿Es posible que el Kemubin esté vacío? ¿Por qué la empuñadura es de tan buena calidad, pero el resto de la espada no vale nada?”.

El joven podría haber enrollado su cabeza alrededor del Kemubin.

La espada que Pram esgrimió en el futuro tenía exactamente el mismo mango que este. Desir desvió su atención al mango.

Lo miró desde diferentes ángulos, palpó los contornos y lo miró con atención.

El mango era de una calidad extremadamente alta.

La hoja de hierro oxidada no se correspondía en absoluto con el complejo mango.

Cuando Desir pasó las manos por el dorso de la hoja, continuó buscando cualquier tipo de interruptor.

Mientras palpaba los bordes del mango, una sonrisa apareció en su rostro.

“Lo encontré”.

Había una pequeña hendidura en la empuñadura de la espada, que estaba cuidadosamente oculta por el diseño de la cuchilla.

Mirándola bien, parecía ser una simple línea negra confundida con las betas de la madera.

Si Desir no hubiera visto el Kemubin de Doneta, nunca habría sido capaz de encontrarlo.

Desir ofreció el Kemubin a su compañero de estudios.

"Toma la espada, Pram".

Pram se quedó sin habla.

"¿Que...? Pero...".

“¿Ves la hendidura en el mango? Inserta la uña y bájala así", insistió Desir.

"Sr. Desir… No usaré esta espada", respondió Pram.

Los recuerdos de traición brotaron desde el interior de Pram.

Él simplemente no podía. No.

No permitiría que el legado de su padre lo lastimara de nuevo.

"Pram, esta no es la espada como la conocías. Era simplemente un Kemubin”, dijo Desir, alentando a Pram a que mirara más de cerca.

“Aun así, es inservible. Es solo un Kemubin vacío", replicó Pram.

Tomando el Kemubin de las manos de Desir, Pram levantó la espada.

Tuvo esta espada durante años, y lo sabía. Era simplemente hierro y nada más.

Pram miró a Desir con una mirada de disculpas.

"Es una pena que haya gastado 40 monedas de plata para nada, señor Desir".

"Si ese Kemubin estuviera vacío, estarías en lo correcto. Sin embargo, la situación es un poco diferente de eso", sonrió Desir.

“Esta espada, Kemubin o no, no tiene nada más. Solo pesa tanto como la espada de hierro y el mango de madera”. Pram frunció el ceño.

Desir no estaba teniendo ningún sentido.

"Lo que sucede es que no puedes sentirlo. El artículo en el interior no tiene peso", explicó Desir.

Pram miró a Desir con duda, como si se estuviese volviendo loco.

Su expresión era sincera, pero sus palabras sonaban como una broma.

"No existe tal cosa", respondió Pram.

No estaba seguro de si estaba respondiendo a Desir o estaba tratando de convencerse a sí mismo.

"Si tiene dudas, ¿por qué no lo abres por ti mismo?", preguntó Desir.

Pram se mordió el labio.

Una pausa para dramática lo calmó un poco. Desir hizo todo lo posible por tranquilizarlo.

"Escúchame, Pram. Confía en mí".

Después de un momento de vacilación, Pram insertó su uña en la hendidura.

El sonido de los accesorios de metal encajando en su lugar resonó en el almacén. Al mismo tiempo, el mango se soltó de la cuchilla de hierro anterior.

Ahora liberada de su oxidada prisiónuna espada emergió del Kemubin, dando un brillo luminiscente.

"Blankšum", murmuró Desir.

"B- Blankšum?! ¡Eso es imposible!” Exclamó Ujukun.

El Blankšum era un metal raro precioso. Espadachines de todo el mundo escucharon leyendas del metal místico y codiciaban su existencia.

Armas y armaduras forjadas a partir de este metal eran irrompibles.

Además de eso, el Blankšum prácticamente no tenía peso.

Ese fue el motivo por el cual Pram pensaba que el Kemubin estaba simplemente vacío.

Pram no se atrevió a apartar los ojos del resplandor luminiscente del estoque.

Nunca hubiera pensado que la espada raída y oxidada se convertiría en una brillante espada codiciada por espadachines veteranos con decenas de años de experiencia.

No se atrevió a decir ni una sola palabra ante el temor de que todo fuese un sueño.

En el Laberinto de las Sombras, esta era exactamente la espada que Pram había usado.

Al mismo tiempo que Desir estaba satisfecho con su decisión, se inició un inquietante silencio dentro de la tienda. Se podía cortar el ambiente con un cuchillo.

"Abre la puerta, ya nos vamos", pidió Desir.

Su negocio con Ujukun había terminado.

En ese momento, la guja* del gigante se precipitó sobre la cabeza de Desir. El frío acero estuvo a centímetros de quitarle la vida.

(*Guja: Arma similar a una lanza con una hoja curvada en el extremo, como una cimitarra).

"Eso es sucio de tu parte", dijo entre risas Desir.

"Entreguen esa espada", exigió Ujukun.

Desir quiso reírse de la avaricia del comerciante.

"No pongas excusas ahora que hemos cerrado el trato. Lo que vendiste fue un Kemubin. Pagué el precio. Nuestra transacción ha terminado", dijo Desir secamente.

La cara de Ujukun hizo una mueca ante la idea de perder un artículo tan invaluable.

"Si supiera que era Blankšum, nunca lo hubiera vendido", explicó Ujukun.

"Si mi amigo supiera que era un Kemubin, tampoco lo habría vendido", replicó Desir.

Basándose en el tono en la voz de Ujukun, el tiempo de las bromas había terminado.

"Es exactamente como lo hiciste", continuó Desir.

Miró directamente al mercader, que no podía mirarlo a los ojos. Ujukun no pudo responder a eso. Fue superado por su propia lógica.

Cuando Desir dio otro paso hacia la puerta, el gigante levantó su guja al cuello de Desir.

El gigante abrió la boca por primera vez.

"Propietario... dijo... detente".

"... ¿realmente vas a llegar tan lejos?", preguntó Desir.

"Deberías entregarlo mientras te lo pido amablemente", dijo Ujukun.

Todo su carisma mercantil se le escapó mientras desbloqueaba lentamente un juego de barras de hierro directamente detrás de él.

Mientras se movía detrás de los barrotes que lo separaban de los dos jóvenes, fijó su mirada en el chico que le vendió el Kemubin.

Aunque era capaz de pensar racionalmente, Ujukun hizo la vista gorda ante los acontecimientos que se desarrollarían pronto a causa de su avaricia.

Llegaría a estos extremos por un artículo hecho de Blankšum.

Desir se rascó la cabeza.

"...Bueno, revelé que estaba hecha de Blankšum delante de él, pero no esperaba que esto sucediera".

Los ojos de Ujukun se volvieron fríos cuando hizo un movimiento de cortar su garganta con su mano.

El leal bárbaro no dudó. Dio grandes pasos hacia Desir y no pasó mucho tiempo antes de que envolviera todo su campo de visión.

Sin embargo, después de 5 pasos el gigante tuvo que detenerse. Pram se paró estoicamente en su camino.

"No quiero pelear, pero si te acercas más...", dijo Pram.

Levantó su estoque en forma perfecta, preparado para arremeter en cualquier momento.

Sus caderas estaban bajas y cada músculo de su cuerpo estaba preparado, listo para responder. La figura pequeña de Pram estaba en claro contraste con su aura explosiva. Sus labios estaban fruncidos, analizando los movimientos del gigante.

"...Entonces no voy a ser indulgente contigo".




Ante el sonido de la amenaza del niño, el gigante rugió de disgusto. Sus músculos se hincharon mientras agitaba su arma.

La guja y el estoque chocaron de frente.

"¡Oraaaaa!", gritó el gigante.

Mientras fingió dar un movimiento de espada, soltó un puño hacia Pram desde el otro lado.

Luchaba como un verdadero espadachín del Norte, combinando la verdadera esgrima y la lucha.

Pram se encontró apoyado contra la pared. Sin dudarlo, rodó hacia un lado y evadió el ataque.

La pared de madera se desmoronó bajo el peso del puño del gigante.

El bárbaro escupió molesto mientras se sacudía las astillas incrustadas en su brazo izquierdo.

Si Pram no se hubiera movido de inmediato, su cabeza se habría partido como una sandía.

El gigante soltó un grito gutural y desató un frenesí de golpes en Pram.

El estudiante, ahora equipado con su legendario estoque, estaba en posición defensiva en vez de como una precipitada presa.

Las espadas chocaron en el almacén; un lado con furia desenfrenada y el otro con un vigor confiado.

La figura corpulenta no mostró signos de detener su asalto, y el estoque solo pudo detener los ataques. Pram esquivó la guja solo por un pelo.

Una fracción de segundo de indecisión era todo lo que se necesitaría para marcar su final.

A medida que se desarrollaba la batalla, Pram comenzó a esquivar, rodar y parar todos los ataques entrantes.

El gigante se puso tenso. 

Con el ritmo actual, sin duda perdería el duelo. Sus ataques se hicieron más viciosos y aterradores.

Cuando Pram intentó esquivar el siguiente ataque, el enemigo redujo la distancia con un solo paso. La distancia era demasiado corta.

La guja bajó como una guillotina. Un golpe vertical sin ningún lugar a donde ir.

“¡Kuarrrgh!”. La enorme figura rugió triunfante.

El golpe feroz aterrizó en el cuerpo de Pram.


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